Parroquia de Santa Catalina

La imagen de María Auxiliadora

La bella imagen de María Auxiliadora está colocada en un precioso camarín en el centro del altar mayor del templo parroquial salesiano. Esculpida en los talleres salesianos de Sarriá (Barcelona) tuvo un gozoso y festivo recibimiento el 26 de mayo de 1926, si bien ya desde dos años antes ya se celebraba en nuestra casa la fiesta de María Auxiliadora. Lo que aconteció con su llegada queda reflejada con estas palabras de don Ignacio Pla: “¡Día magno! Hoy se desembaló la imagen de María Auxiliadora, que vino sin novedad. Es hermosísima; le tocamos la marcha real. Estuvo presente don Alejandro Hidalgo que estaba conmovido y fue el primero en besarle el pie. Hoy empezó para esta casa una nueva era de dicha y alegría. ¡Ya tenemos madre!”. Para que todos los grancanarios la pudieran ver, la nueva talla estuvo expuesta durante todo el mes de junio en los escaparates del Sr. Gómez, en Triana. La bendición de la imagen tuvo lugar el día 4 de julio de 1926. Este año la fiesta de María Auxiliadora se celebró con más intensidad. En el mes de mayo hubo, como los dos años anteriores, novena, predicada por don Antonio Espinosa, y fiesta con panegírico a cargo de don Salvador Rosés. Además se añadieron algunos actos nuevos: la tómbola, funciones de teatro y cuatro verbenas con fuegos artificiales. En el mes de julio hubo dos días de fiesta. El día 3, víspera de la bendición, hubo una gran verbena pública. El 4 por la tarde la esperada bendición de la imagen.

La devoción a Santa Catalina en nuestra ciudad

Según indican todas las noticias al respecto aportadas por cronistas e historiadores de Canarias, la advocación de santa Catalina de Alejandría fue introducida en el archipiélago cuando las expediciones de los mallorquines en el siglo XIV, entre los años de 1360 a 1390, por unos eremitas misioneros, de la orden de San Francisco según unos autores y de la de San Agustín según otros. El primero que facilitó la noticia fue el cronista-soldado Antonio Sedeño, contemporáneo y partícipe de la conquista de las islas que se culminó en 1496. Escribió que cien años antes, unos mallorquines entre los que viajaban varios frailes, tras desembarcar en Gran Canaria cerca de Telde y siendo amigablemente recibidos por los indígenas, «edificaron en esta isla dos iglesias, con el aparejo que tuvieron; la una de Santa Catalina, que está a media legua de la ciudad de Las Palmas y la otra en la aldea de San Nicolás, del mismo santo. Pusieron en ellas unos santos de bulto labrados toscamente, que son santa Catalina y san Nicolás y san Antón». Abreu Galindo, Leonardo Torriani y el Padre José de Sosa, refrendados luego por Pedro Agustín del Castillo y José de Viera y Clavijo entre otros, abundaron en el dato, sin alterarlo sustancialmente. El inédito Marín y Cuque parece escribía bien informado a finales del siglo XVII, dijo que «esta memoria ha venido en los canarios de unos en otros»… (Tomado de Carlos Platero Fernández, Santa Catalina, Orígenes y desarrollo de un populoso barrio de Las Palmas de Gran Canaria, en «Memoria Digital de Canarias»)

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Santa Catalina y los salesianos

Con la llegada del monseñor Pildaín, obispo de Canarias entre 1936 y 1966, se crearon nuevas parroquias en Las Palmas de Gran Canaria. Una de ellas fue la de Santa Catalina de Alejandría, encomendada desde un primer momento a los salesianos. En el colegio ya contaban con una preciosa capilla del año 1905 de estilo románico-bizantino preparada por artífices canarios, tal como la habían dejado las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús. El único cambio destacable fue el de la imagen del Sagrado Corazón por la de María Auxiliadora en 1926. Posteriormente, un nuevo hermoso y monumental retablo fue instalado en 1930 procedente de Sarriá. Finalmente una imagen de la santa titular, talla de finales del siglo XV, propiedad de la diócesis y procedente de una ermita cercana, fue colocada en el templo. El 15 de enero de 1939 tuvo lugar la solemne inauguración oficial. Inmediatamente se pusieron en marcha la catequesis dominical para los niños, las charlas y conferencias para adultos, el culto litúrgico, la acción caritativa… que prosigue en nuestros días.