No hace falta que llegue el 30 de mayo para sentir con más pasión el azul, el blanco y el amarillo que ondean en las banderas de nuestra comunidad autónoma. El ser y el sentirse canario se vive desde los churros con chocolate en Santa Catalina al alborear del primer día del año hasta las doce campanadas de la Puerta del Sol (o del municipio que corresponda en la desconexión insular, una hora más tarde).

Con todo, hay días y días. Y la víspera de cada 30 de mayo –conmemoración anual de aquella primera asamblea parlamentaria que tuvo lugar en el año 1983– se celebra por todo lo alto el Día de Canarias en el colegio salesiano de Las Palmas de Gran Canaria.

Desde primera hora de la mañana acuden alumnos y profesores ataviados con los trajes populares de cada isla, pues entre los miembros de esta comunidad educativo-pastoral los hay herreños, palmeros, chicharreros, gomeros, majoreros y conejeros, si bien –como es lógico– son los canariones los que se llevan la palma en cuanto al número.

Vestidos de esta guisa y al son de los cantes de la tierra que sonaban por la megafonía, el patio del Sagrado Corazón se fue llenando de alumnos que disfrutaron de un cuidado acto académico, preparado con esmero por las distintas etapas educativas que conforman en centro. Así, los alumnos de Educación Infantil recitaron el poema Las ocho islas canarias que, como novedad, recoge a La Graciosa con su nueva entidad insular. Algo a lo que no será difícil acostumbrarnos, estoy seguro…

Pero si hay que destacar dos momentos singularmente evocadores, uno de ellos fue el tendedero preparado por los alumnos de Educación Primaria. Con pinzas de la ropa y a modo de prendas de vestir que cuelgan para secarse al sol, los alumnos iban tendiendo expresiones de la tierra: «fuerte pelete», «se me fue el baifo», «vaya calufa», «no seas tolete» o «mándate a mudar», entre otras. ¡Que nuestros niños nunca pierdan lo singular de nuestra habla canaria, con importaciones del castellano estándar o, peor aún, a causa de la colonización lingüística de idiomas como el inglés!

Otro momento de gran belleza lo ofreció el alumno de 2.º Bachillerato Alberto González Falcón, uno de los timplistas jóvenes con más renombre de toda la isla. De su timple, casi al final del acto, brotaron algunas de las melodías más hermosas de nuestras islas.

El director de centro, José Carmelo Pulido, tradujo en palabra todo el sentimiento vivido durante el acto, e invitó a la comunidad educativo-pastoral a «sentirnos orgullosos todos por el hecho de ser canarios, y conocer, valorar, conservar y transmitir nuestra identidad».