Redacción
El pasado 25 de junio era una fecha muy esperada en la parroquia María Auxiliadora, de Las Palmas: la fecha marcada en rojo para la peregrinación a Teror, Agaete y Gáldar. Y por fin, pudo llevarse a cabo con 21 participantes, tras haber superado carros y carretas por la pandemia y dificultades de calendario.
A las 10 de la mañana, la guagua enfiló la carretera de subida hacia la villa de Teror, el grupo estaba feliz, con el párroco, José Luis Burguera, coordinando el itinerario. Ya en el santuario de la Virgen del Pino, los peregrinos fueron recibidos por el párroco local quien los acompañó al camarín de la Virgen grancanaria. La devoción y el recogimiento fueron la nota de ese momento. A continuación, hubo tiempo para reponer fuerzas en alguna cafetería de las bellas calles de la población.
La siguiente etapa de la peregrinación fue la villa de Agaete, en concreto la visita a la parroquia de la Inmaculada Concepción para admirar el políptico flamenco que allí se exhibe, joya artística de renombre internacional. El párroco hizo de guía y anfitrión. La comida, en el salón parroquial, fue un buen momento para compartir lo que cada uno había preparado y para una charla animada. Tras el almuerzo, paseo por el puerto de las Nieves para convivir y admirar la belleza del lugar.
La última parte de la peregrinación tuvo marcado acento jacobeo: la guagua dejó al grupo en la entrada de Gáldar y todos fueron caminado juntos, en peregrinación, un breve trecho del Camino, llegando a la Puerta santa de la parroquia de Santiago Apóstol. Tras las fotos de rigor, la celebración de la eucaristía significó el culmen de una jornada festiva y religiosa que ayudará a los participantes, sin duda, a crecer en sentido parroquial y sinodal.
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