La afonía crónica que sufre Fernando Ojeda desde hace años no impidió que, micrófono en mano, pudiera dar las gracias ante la feligresía de la parroquia de Santa Catalina de Alejandría por el sencillo homenaje que se le tributó el pasado domingo 25 de noviembre. Pero en realidad era la parroquia la que quería agradecer a un hombre bueno sus muchos años de dedicación y entrega a los más pobres: primero, en Cáritas Interparroquial; en una última etapa, mientras la salud se lo ha permitido, en la Escuela de Español para Inmigrantes.
La misa de 12:00, presidida por el párroco y animada por los jóvenes del Centro Juvenil Confeti, sirvió de marco para este acto familiar. Un azulejo de María Auxiliadora, obra de don Ángel María Muñoz, quiso perpetuar este agradecimiento. Y la fiesta de Santa Catalina de Alejandría fue la ocasión propicia para expresarlo. José Carmelo Pulido remarcó en la homilía la importancia de la entrega y del servicio desinteresado, por un lado, y el peso específico que en nuestra ciudad tiene la devoción a la santa traída a Gran Canaria por los frailes franciscanos en el siglo XIV, por otro.
La fiesta de Santa Catalina de Alejandría, pues, sirve cada año para reunir y ser agradecidos con tantas personas que encuentran en la parroquia un ámbito donde vivir y celebrar su fe, y desarrollar su compromiso con los más necesitados.
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