«Humildemente expongo a Vuestra Excelencia Reverendísima que por el único deseo de promover la gloria de Dios y el bien de las almas se tenga en cuenta que en la iglesia de María Auxiliadora, ya hace un año por Vuestra Eminencia consagrada al culto divino, se iniciaría una piadosa unión de fieles bajo el nombre de Asociación de los Devotos de María Auxiliadora de los Cristianos; el objetivo principal sería promover la veneración al Santísimo Sacramento y la devoción a María Auxilium Christianorum: un título que parece volver a la simpatía de la venerable Reina de los Cielos». Con estas palabras Don Bosco solicitó al entonces arzobispo de Turín, monseñor Alessandro Riccardi, permiso para fundar la Asociación de María Auxiliadora (ADMA), con el fin de promover la fe del pueblo cristiano. El 18 de abril de 1869 el arzobispo decretó el reconocimiento canónico de la Asociación, que marcó el inicio del segundo grupo nacido del corazón de Don Bosco. En 2019 se está celebrando el 150.º aniversario de esta fundación

Y es significativo que el día exacto de la fundación haya coincidido con el Jueves Santo. Se subraya de este modo que el amor a la eucaristía y la devoción a la Inmaculada Auxiliadora, son el punto de partida de la espiritualidad y de la vida de ADMA. Salvando las disposiciones litúrgicas para el Triduo Pascual, en la casa salesiana de Las Palmas (donde se encuentran radicadas dos asociaciones –una en el Barranquillo Don Zoilo, otra en Ciudad Jardín–) se celebrará, a instancias de asociación matriz de Turín, un acto de adoración eucarística el próximo día 24 de abril, miércoles de la Octava de Pascua.

La celebración del 150.º aniversario de ADMA confirma el deseo expresado por Don Bosco en 1869: «La Santísima Virgen María, que ha bendecido y favorecido a quienes la han implorado con el título de Auxiliadora de los cristianos, continúa difundiendo abundantes tesoros celestiales, no solo sobre los miembros de esta piadosa Asociación, sino sobre todos aquellos que la invocarán en sus necesidades espirituales o temporales, como signo de que todos tienen motivos para bendecirla en la tierra, para ir un día a alabarla y agradecerla eternamente en el cielo».