Las costuras de la modesta catedral de San Pedro, en Rabat (Marruecos), saltaron en la ordenación de su nuevo arzobispo, el salesiano Cristóbal López Romero, en la mañana del pasado sábado 10 de marzo.

La imposición de manos y la oración al Espíritu Santo por parte del cardenal de Barcelona, Juan José Omella, fueron el momento principal del sacramento del Orden, por el que Cristóbal López fue constituido como pastor de la iglesia diocesana de Rabat. Los diecisiete obispos concelebrantes también impusieron las manos sobre la cabeza del ordenando, como signo de la transmisión apostólica. La unción con el crisma consagrado, la entrega del evangelio, del anillo y de la mitra, así como la toma de posesión de la cátedra fueron otros ritos complementarios entre los que destacó la entrega del báculo pastoral por parte del arzobispo emérito, monseñor Landel, un gesto muy aplaudido por la asamblea.

 

Una vez que los sacerdotes y el diácono de la diócesis prometieron obediencia a nuevo obispo, este fue abrazando a los más de cien sacerdotes concelebrantes, entre ellos y con especial énfasis, al Rector Mayor de la Congregación salesiana, don Ángel Fernández Artime. Al terminar este momento, el nuevo prelado bajó a abrazar a su anciano padre, a su hermana y demás familiares, y saludó a continuación a las demás autoridades religiosas y civiles presentes en la celebración.

 

Una liturgia intensa, festiva y pausada

La ordenación duró casi cuatro horas, un tiempo que no se le hizo largo a la comunidad cristiana de Rabat que abarrotaba la catedral. La asamblea contaba con una notable presencia de jóvenes y predominaban los subsaharianos, en especial universitarios residentes en la capital alauita. No faltaron los ritmos y bailes típicamente africanos, pero también se interpretaron canciones en otras lenguas, sobre todo en francés y en español, lenguas en las que se desarrolló la concelebración, con algunos saludos y plegarias en árabe por parte del nuevo arzobispo, detalle muy valorado por la asamblea.

El momento, sin duda, más esperado fue cuando el nuevo pastor de la diócesis se dirigió a la asamblea, en la parte final de la celebración. Cristóbal López, con su verbo fácil, no exento de toques de humor, afirmó que la palabra que le venía a la mente y el corazón era “¡Gracias!”: a Dios, a su familia y a la Congregación salesiana. Y prometió que desde ese momento la Iglesia de Rabat era la esposa a quien amar.

La ordenación tuvo también un marcado carácter ecuménico e interreligioso, confirmado por la presencia de representantes de varias confesiones cristianas y de la religión musulmana.

 

La presencia salesiana en la celebración

El grupo de religiosos salesianos que participaron en la ordenación episcopal fue muy notable, dada la pertenencia de Cristóbal a la congregación fundada por Don Bosco: entre los obispos concelebrantes estaban los salesianos Miguel Ángel Olaverri y Joan Godayol. Entre los sacerdotes, el Rector Mayor don Ángel Fernández Artime, los inspectores de París y de Madrid; varios miembros del Consejo de la inspectoría de Sevilla –de la cual el nuevo arzobispo acaba de ser su superior– y así hasta una treintena de salesianos. Se dieron cita también bastantes miembros de diversas ramas de la Familia salesiana y varios compañeros de curso del nuevo arzobispo.

Todo sumado, y resultó un día inolvidable para Cristóbal López y para la comunidad diocesana local. A partir de este momento, el nuevo arzobispo deberá ejercer su ministerio siendo, como él mismo ha definido, “un pequeño puente” para acercar a cristianos, musulmanes y gente de buena voluntad, a la causa de la paz, la fraternidad y el amor.