Era la imagen más esperada de todo el día. Lo sabíamos, y así fue. El trono de María Auxiliadora, durante su procesión por Ciudad Jardín, circulando –y prácticamente estrenando– por el carril bici. Tan intenso era el rumor que hasta La Provincia le ha dedicado un espacio en la contraportada del ejemplar de hoy sábado. Con un ligero toque ácido escribe Fernando Multitud en el diario insular: «Algunos han visto intención política en la marcha religiosa entre las líneas pintadas para los vehículos de dos ruedas. El auxilio que necesitan los promotores del controvertido carril tal vez llegue de lo alto, de María Auxiliadora». En cualquier caso, para nosotros no deja de ser más que la anécdota, que no la imagen, del día.

Porque imágenes hubo para saciarse, y más, desde primera hora del 24 de mayo de este año. La primera: al alborear, la del grupo de feligreses recorriendo las calles aledañas al colegio salesiano con el rezo del Santo Rosario.

Pero la que nadie olvida, cuando la experimenta siquiera una sola vez, es la imagen del patio del Sagrado Corazón rebosante de chiquillos y profesores en misa: mil trescientos en total, que alguno dudaría si caben o no, pero sí, en el patio modernista que hace más de un siglo diseñara don Fernando Navarro. Así se encargó el recordarlo el coordinador de Pastoral Juvenil de la casa salesiana, Miguel Ángel Moreno, al inicio de la eucaristía, dirigiéndose especialmente a los alumnos recién egresados de 2.º Bachillerato, que han vivido en esta casa quince años de su existencia: «Miren a su alrededor y quédense, chicos, con esta fotografía en sus retinas, y grábenla a fuego en su corazón. Es una de las más espectaculares de este colegio», les decía. La misa –vibrante, juvenil, festiva, alegre… ¡salesiana!– concluía por todo lo alto con el canto a pleno pulmón del Rendidos a tus plantas y los vítores a la Virgen de Don Bosco.

Alegría que se prolongó hasta que el timbre puso fin a la jornada escolar. ¿Clases? ¡Ni pensarlo! ¡En salesiano sería casi pecado encerrarse entre libros y apuntes el día de María Auxiliadora! Patio, juegos, risas, música…: el mejor homenaje que sus hijos, los de Don Bosco, le pueden hacer en su día a la Madre de Dios. Y de este modo lo vivieron todos y cada uno de los alumnos del colegio salesiano. Junto a –y por encima de– lecciones y horas de estudio, estos recuerdos serán los que se lleven de esta casa, y será lo que rememoren cuando sean hombres y mujeres hechos y derechos, en un futuro no tan lejano.

A la caída de la tarde, la eucaristía en la parroquia de Santa Catalina. El coro del Centro Juvenil Confeti puso, de nuevo, el tono salesiano a la celebración, ayudando a la asamblea litúrgica a entonar los cantos más populares. El piccolo clero le dio un toque de frescura y picaresca («Si quieres un hijo pillo, hazlo monaguillo», dice el refrán). También durante la procesión porque, en honor de la verdad, los monaguillos «se la curraron» levantando con sus pértigas ramas de árboles y palmeras por todas las calles de Ciudad Jardín.

Varias novedades, en fin, adornaron la procesión mariana. Ante todo, el estreno del trono con toda su mecánica, e incluso unos faldones nuevos, para que la imagen venida de los talleres de Sarriá hace casi un siglo luciera con mayor esplendor aun. En el recorrido, la ya tradicional parada protocolaria ante la Residencia Logística Militar se extendió unos minutos en el interior del patio de acceso al recinto, lo que permitió a la autoridad militar realizar una ofrenda floral ante la imagen de la Auxiliadora, y al público disfrutar de una elegante intervención musical de dos piezas interpretadas a capella: Signore delle cime y Iesu, Salvator mundi. Y por lo que a la música se refiere, el acompañamiento lo puso este año, por vez primera, la Banda de Arucas, que interpretó piezas procesionales durante todo el camino.

El recorrido transcurrió sin novedad hasta el regreso de la imagen a su casa. Allí, la que a diario cubre a sus hijos con su manto protector, fue cubierta por un manto de fuegos artificiales que iluminó el cielo de la capital insular y puso fin, de este modo, al día más grande para los que la aman y veneran como su Auxiliadora.